En la belleza de la ciudad de Esquel, a la que llegamos después de conducir por muchas horas, nos esperaba uno de los viejos estandartes de la región.

Los primeros rayos del sol empezaban a asomar detrás de los grandes cerros y a calentar la fría mañana, caminábamos por el andén de la estación de Esquel, dispuestos a vivir una de las experiencias más maravillosas,

Ir hasta la estación Nahuel Pan en La Trochita, el viejo tren Patagónico, detrás de una densa nube de humo y vapor  la vieja locomotora comenzó lentamente a moverse, los chirridos de sus ruedas de hierro acompañaban el viaje,

Su particular trocha angosta, de sólo 75 centímetros, lo convierte en uno de los cinco trenes en el mundo de esas características que sobreviven al paso del tiempo. el tren iba lento y el paisaje era increíble, al costado de una salamandra en medio del vagón que viajábamos, un cajón con leña, con la que los pasajeros nos encargábamos de mantener el fuego que atemperaba el frio,

A través de las ventanillas de sus vagones se observan las altas montañas de formación glaciaria que lo rodean. La columna de humo, el negro de la locomotora y los estrechos vagones calentados por la salamandra son postales de un atractivo turístico universal.

 

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