Era una tarde de Junio cuando llegamos a la hermosa Mendoza capital, su tradicional arco nos da la bienvenida a la tierra del sol y el buen vino, aunque esa tarde excepcionalmente el sol se resistía a aparecer.

Mendoza es una ciudad de calles y veredas tan amplias, arboladas, con espacios verdes hermosos, una ciudad que invita a recorrerla, a caminar por su peatonal, por su emblemática calle Arístides, que con un colorido cartel te convida a transitarla, al atardecer sus innumerables bares encienden sus luces, las mesas en las veredas, la gente reunida a su alrededor. Es el tiempo de la pausa, de la charla entre amigos, el disfrute de los residentes y también de los turistas.

Nos alojamos en el Hotel Ritz, confortable y con la atención permanente de su gente siempre amable y cordiales.

Desde ese lugar nos decidimos a recorrer, la ciudad y sus alrededores.

El Parque General San Martín, con su Portón de Hierro forjado, es el paseo por excelencia de los mendocinos, el gran pulmón verde de la provincia. Su extensión lo transforma en el parque artificial más grande de América del Sur.  Fue creado en 1896 y se lo llamó “Parque del Oeste” durante muchos años. Su diseño desafía el clima árido de la provincia y su suelo pedregoso con sus miles de árboles que cambian de tonalidades según la época del año. Tiene 394 hectáreas de bosque que tienen un complejo sistema de riego por acequias y canales.

Dentro de ese inmenso parque, está El Cerro de la Gloria, se puede ascender por senderos peatonales o en automóvil por un camino pavimentado, y cuando uno llega a la cima se yergue allí el gran monumento al Ejército de los Andes, al mando del general José de San Martín para liberar Chile y Perú y asegurar la independencia de las Provincias Unidas del Río de la Plata.

Es una obra magnífica que fue inaugurada el 12 de febrero de 1914 en conmemoración del centenario del Cruce de los Andes.

El monumento es una obra del escultor uruguayo Juan Manuel Ferrari, en el 97.º aniversario de la batalla de Chacabuco. ​Uno camina a su alrededor y allí está plasmada en el bronce toda la epopeya.

Era imposible no ir hacia la Alta Montaña, y allí mate en mano, subimos el auto y emprendimos el viaje, los alrededores de la capital son bellos por donde se miren, pasamos por Cacheuta, atravesábamos túneles en la montaña, uno detrás de otro, el viaje no tiene desperdicio, la salida de uno de los tantos túneles te impacta con la vista del lago de Potrerillos en todo su esplendor, imposible no detenerse, sacar fotografías y disfrutar del lugar.

Continuamos el viaje pasando por la bella Uspallata. Nuestra meta era la nieve en esta estación invernal. Nos recibieron en el Parque de Nieve «Los Puquios». y allí estuvo toda la adrenalina de descender por sus pistas jugando como niños. Es hermoso ver los esquiadores bajar por esas laderas blancas con maestría, o girar la vista y ver familias enteras en otra pista, jugando en los trineos. La nieve tiene magia….

Continuamos por la ruta hacia Las Cuevas, localidad próxima al límite Internacional con Chile. Imposible no hacer un alto en el maravilloso Puente del Inca

Cada día fue intenso. Mendoza es maravillosa, sus montañas nevadas, su entorno, es un lugar para disfrutar. Cada noche nos esperaban en la Parrilla Bull, con exquisitas comidas y una cordialidad que no podemos dejar de destacar. Gracias Eduardo!!

 

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